No se trata aquí de contar la Historia de Ar, ni la Historia de Gor, así, en mayúsculas, sino de ir engarzando algunas historias. No es tampoco este compendio de desvaríos una Biografía, pues para serlo habría yo de tener absoluta fe de mis recuerdos.
La mayúscula o no de mis palabras la pondrán los lectores. Esto que están viendo tan sólo son los pedazos de la memoria fragmentada y ajada de un poeta cansado y viejo.

viernes, 26 de marzo de 2010

II

Poema escrito en el márgen de un cuaderno tras quedarse embobado con el servicio de una kajira de Ar

No digo yo que el ka la na no tenga,
cual yo, conciencia de ser bien servido.
Paréceme, en cambio, que se ha vertido
sabiéndose virtud que me entretenga.

Líbreme mi lengua de hablar siquiera
del beso sostenido que recibe
sobre su copa y que raudo revive
naciéndose en mis labios primavera.

Ka la na, amigo, ni que decir tiene
que no habla aquí el poeta por envidia
de aquél que no hace mal pues ni respira,

Tan solo os recordaba que os conviene,
sabed que no es pujanza ni es insidia,
pensar que sois aliento de kajira.


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